lunes, 1 de agosto de 2016

¿Cuándo me detuvo la lluvia?





¿Y si me vuelvo al depto? ¿Cómo es que tarda tanto?
¿Y si esta no es la parada ni a ganchos?
¿Me habré equivocado? ¿Y el tronco que indicaba la
parada? ¿No había acá un tronco bien groso, bastante
muy muy viejito?
Ufa, che. ¿Este era el bondi que me tenía que tomar?
¡Puta madre! ¿Habrá cambiado la parada?
Ya fue. A caminar. ¿Dos? No, mejor tres cuadras.
Cuatro, dale, cuatro. ¿Cinco?
¿Cuántas llevo caminadas? ¿Y este mástil verde claro?
Eso que tiene pegado, ¿no es el número de bondi?
Supongo que es esta la parada. ¿O no?
¿No habré perdido demasiado tiempo? ¿Hace cuánto
salí de casa? Espero que el bondi no tarde. Espero que
pase por acá. Espero que lo que pase por acá sea un
bondi.
Un momento. ¿Había paro de bondis hoy? ¿No era
de trenes? ¿O de remises? ¿De maestros era el paro? ¿O
de bancarios?
¿Me dejará bien? ¿Esta línea me conviene? ¿Será un
bondi lo que para acá? ¿No era esta la cuadra de las tres
líneas con recorrido parecido?
¿Y si hablo con alguien? ¿Pasa gente por acá? Capaz
que sí, pero ¿serán de confiar? Vamos, ¡¿para qué voy a
hablar con alguien?! Si acá capaz me cagan y…
Pero… ¿me queda otra?
Uh, allá. Ese chambón. ¿No iba conmigo a la
Primaria? ¿O era compañero de catecismo? ¿No me lo
cruzaba en el shopping de la vuelta de casa? ¿Era de
confiar? No tiene cara de buen tipo. ¿No es de esa gente
que siempre se ríe “de uno” y no “con uno”? ¿Cómo es
la “cara de buen tipo”? ¿Existen los “buenos tipos”?
Bueno, ya está, se alejó. ¿Lo corro? ¿Y si no vale la
pena?
¿No está muy sucio acá? ¿No es la calle donde el
otro día vinieron los de la municipalidad a limpiar?
¿Sigo o renuncio? ¿Me rendí alguna vez? ¿Me resigno
o la lucho? ¿Valdrá la pena? ¿Todo se tiene que luchar?
¿No hay partidos que mejor abandonarlos?
¿Qué es esto? ¿Una gota que cayó del cielo? ¿Traje
paraguas? ¿Para qué iba a traerlo si había un sol que
rajaba la Tierra? ¿Y si me vuelvo?
¿Qué me pasa? ¿No me puedo aguantar unas gotas?
¿Y si me resfrío? Bah, si habré salido con lluvia… ¿Cuál
es el problema? ¿Qué tan malo puede ser? ¿Me resfrié
alguna vez por culpa de las gotas? ¿Cuántas veces me
fue mal con lluvia? ¿Cuándo me detuvo?
Bueno, no viene más, me voy de acá.
Uy, ¿no es ahí? ¿O el de ahí es el que me deja a
catorce cuadras? ¿Catorce o quince? Y bué, en todo
caso las caminaré. Pero… ¿es ese? Sí, voy allá mejor.
¿Cuántos minutos pasaron? ¿Cincuenta y siete? ¿O
fueron cincuenta y ocho? ¿Cincuenta y ocho que salí de
casa o cincuenta y ocho que estoy en esta parada?
¿De qué color es el bondi que estoy esperando?
¿Verde, rojo, violeta? ¿No es amarillo y verde? ¿No es
de esos que llevan un cartelito aclarando que son “Ex
Noventa”? ¿O ese era el bondi de acá a dos cuadras?
¿No cambió de color esa línea hace poco? ¿Por qué
siguen con eso de “Ex Noventa” si hace bocha que no
es más “Noventa”? ¿Cuántas generaciones no vivieron
aquella época donde el viejo “Noventa” paseaba a
laburantes, familias y turistas por su habitual recorrido?
¿Las maestras de Actividades Prácticas le siguen
diciendo “Canning” a la calle Scalabrini Ortiz o ahora
al menos la llaman “Ex Canning”?
¿Y si me tomo un tacho? ¿No me deja bien el tren?
No, es al pedo, después de bajarme tengo que caminar
mucho. ¿Mucho? ¿No caminé ya bastante?
¿Qué estaba haciendo hace un par de horas? ¿Cuándo
fue la última vez que hice algo además de esperar un
bondi?
Uh, se acerca un grupo de pibes y pibas. ¿O son
adultos? No me da la impresión de que estén volviendo
de una fábrica. ¿Qué mierda le pasó a sus caras? ¿Irán a
una convención de frikis? ¿O están volviendo? ¿De qué
se disfrazaron? ¿Muertos vivos?
¿Será ese el bondi?
Entro. Un peso veinte le indico al chofer. Espero
que el tipo este sea chofer. ¿Estará bien indicarle “un
peso veinte”? Capaz que decía “ochenta centavos” y
no había problema. O capaz no, y después el conductor
me cagaba a palos. ¿No tendría que haber sacado un
peso cincuenta?
Viaja mi mano derecha hacia las profundidades más
recónditas del bolsillo derecho delantero de mi pantalón.
Logra extraer una moneda de un sope. Mi mano derecha
introduce la monedita en la máquina expendedora de
boletos.
La derecha vuelve al bolsillo para hacerse de dos
moneditas de diez centavos. Agarra cinco moneditas
de un tirón: dos de diez centavos y tres de cinco
centavos. La derecha pone una de diez y dos de cinco.
Caen de la maquinita dos monedas de diez centavos.
¿Las agarro? ¿Puse monedas de más o la maquinita se
equivocó? Si las agarro, ¿me puteará el chofer?
Las agarro. Creo que ni me vio el tipo.
Sale el boletito. ¿Gris con letras negras? ¿No sería
mejor blanco con letras negras? Este gris es demasiado
oscuro y no deja leer bien el boletito. ¿O andaré
necesitando anteojos?
Las personas que están sentadas observan mi
situación. ¿O tienen sus miradas perdidas? Para mí que
desean que ya saque el boletito. ¿O les dará lo mismo?
Elecciones, elecciones. ¿Qué será lo más apropiado?
¿Habrá asiento para cada ocasión? Elegir, elegir.
Empiezo a caminar y tiro en voz alta un inútil “¡vamos,
dale!”.
Las personas me observan atentamente con ese tipo
de caras que no se ven habitualmente en cumpleaños
felices.
El pasillo del bondi es estrecho. ¿O no tanto respecto
otros bondis?
Asientos dobles de un lado y simples del otro. Los
primeros se los dejo a las embarazadas, los
discapacitados y las personas mayores que vayan a
ingresar. A todo esto, ¿cómo sé que una mujer está
embarazada? ¿A partir de qué una persona es
considerada discapacitada? ¿Existe el
“discapacitómetro”? Si no existe, ¿no habría que
inventarlo? ¿Y las personas mayores? ¿”Mayores” que
quién, que qué? ¿A partir de qué día de la vida alguien
pasa de “no mayor” a “mayor”?
Esa gordita que subió después de mí, ¿es inválida?
Se desplaza con cierta dificultad, pero… ¿invalidez?
¿No estará medio sobreactuada esa renguera? No es tan
gordita.
Una joven mamá y su hijita están sentadas en el tercer
asiento doble. ¿Será la mamá? ¿No puede ser una tía
que está cuidando a la bebita? ¿O la habrá raptado? ¿Y
los chicos de adelante no serán también sus hijos? No,
no creo. ¿Cuándo los tuvo? ¿A los ocho? ¿O estoy
calculando mal?
¡Los asientos del fondo! Los adoro, todos juntos en
barra. Ideales para ahorrarse ese momento incómodo
en el que uno se levanta y cede el asiento a supuestas
embarazadas, a posibles inválidos, a probables personas
mayores. Los últimos. Típicos asientos de monjas y curas.
¿O no? ¿O es un lugar exclusivo para banditas de
pendejos barderos?
¿No pasaba este bondi por el boliche ese que siempre
se manda fiestas de disfraces? ¿No viajé alguna vez acá
con una banda de pendejos disfrazados de cosas
horrendas? ¿No iba gente disfrazada de puertas y
ventanas la otra vuelta?
Sube un grupo de pibes. Procuraré no sentarme cerca
de ellos. A esta hora probablemente ya estén todos
escabiados. Pero… ¿qué hora es?
Los pibes se sientan al fondo. Bien hecho,
muchachos. ¿O no? ¿No les convenía sentarse más cerca
de la gordita? ¿Cómo la verán estos pibes? ¿Gordita,
flacucha? Ellos no están muy en forma que digamos.
¿O lo estarán? ¿Cuál es “la forma” hoy en día?
Okey, tengo que sentarme.
Al fondo, los pibes. En los asientos dobles están los
chicos, o no tan chicos. Detrás de ellos, la madre con
su hija. O la tía con su sobrina. O la secuestradora y su
secuestrada. En el primero de los individuales está la
gordita. O embarazada. O inválida. O viejita.
Ya está, los solitarios. ¿Cuál de ellos elegir?
Descartamos el primero por estar ocupado.
Descartamos el que se ve afectado por la rueda trasera
y también debemos dejar afuera al último; del que está
encima de la rueda me molestan los saltos, los ruidos,
las vibraciones; del último, la posible brisa que entra
cuando la puerta se abre. Listo, el asiento solitario
tercero es la mejor opción.
Me siento. Abro la ventanilla.
Miro en dirección a la pareja de chicos, o no tan
chicos. Me miran con extrañeza. ¿O no me miran? Quizá
se trate de dos adultos consumados y yo los observo
con cara de quien observa infantes. ¿Y si me creen un
pedófilo? ¡Qué vergüenza! ¿O me conviene porque es
una buena forma para imponer respeto?
El chofer podría haber respondido de buena gana
ciertas inquietudes manifestadas por algunos de los
pasajeros. Creo que ni se mosqueó. ¿O sí? ¿Será
conversador si le das charla? Lo siento como mudo. ¿O
será tristeza? Parquedad, tal vez. ¿O estaremos en
presencia de un forro más? ¿Se dio vuelta aunque sea
una vez? Si lo hizo fue cuando no lo estaba observando.
Su cabello cortito y parejo se diferencia de los corrientes
cortes “a lo bondindiero”: pelo largo atrás y corto
adelante. Los “cubana”. O “porra”. O “mullet”. Esos.
¿O ahora se los llama de otra forma?
Ascienden una viejecita y un viejecito. ¿Serán pareja?
Quién sabe. La viejecita lleva puesto un saquito idéntico
al que usaba una de mis tías. ¿O era una de mis vecinas?
¿Se le llama “saquito” a eso que lleva puesto la viejecita?
El viejecito luce unos anteojos que no me termino
de decidir si son horripilantes o hermosísimos. Camina
de una manera rara, como oblicua, muy diferente a la
manera de caminar del resto de los mortales. ¿O será la
correcta y miles de millones estaremos equivocados?
El hecho de que sus caras estén arrugadas, ¿me da
derecho a concluir que son dos viejecitos? ¿Y si se trata
de dos niños que van a las famosas fiestas de disfraces?
¿Dónde estamos? ¿Esto es parte de la ciudad? ¿Qué
barrio sería? ¿Será la provincia ya? ¿Conozco este sitio?
¿Cuántas veces pasé por acá? ¿Pasé alguna vez?
¿Y ese gato que maúlla entre los yuyos? ¿Me está
mirando o mira a la ventana? ¿Está maullando o hace
mímica? ¿Está con toda la furia o reboza de alegría este
felino? ¿Felino o felina? ¿No es muy grande para ser
gato? ¿Y ese extraño hocico?
Todo es silencio. ¿O están hablando bajito y yo estoy
medio sordo? Algún sonido sobrevuela. ¿Será el motor
del vehículo o la respiración de los pasajeros?
Creo que es un fino sonido el que escucho. Y crece a
cada segundo. ¿O a cada milésima? ¿Soy yo o el chillido
ese sale de otro lado? ¿No me estará jugando una broma
pesada algún individuo de los que viajan en este bondi?
¿O será mi imaginación? ¿No seré yo, que tengo ganas
de que haya sonidos? ¿No serán los pelos de mi barba
creciendo segundo a segundo? ¿O milésima a milésima?
¿Cuál era el lugar? ¿Adónde me dirijo? ¿Fui alguna
vez? ¿Dónde tenía que ir? Convengamos que llego tarde
a todos lados. ¿O soy más puntual de lo que quiero
creer? Lo importante es que siempre llego. ¿Siempre?
¿No me quedé a mitad de camino varias veces?
Miro por la ventana. Caen gotas veloces y mudas.
¿Y esto? ¿Vive algún pariente aquí? ¿Dónde se supone
que vinimos a parar? Yo sabía que esto no iba a ir bien.
¿O esperaba el mejor viaje de mi vida? ¿Hubiera
cambiado algo bajarme dos paradas antes? ¿Este no era
un típico viaje de dos horas? ¿O de cinco? ¿Cuánto hace
que me subí a este bondi? ¿Me subí a este bondi o me
subieron? ¿Cuánto tiempo pasó desde que subieron los
que no sé si son viejecitos o gente disfrazada? ¿No estará
el bondi entero disfrazado? ¿No vengo seguido a este
lugar? ¿No hago este circuito en forma habitual? ¿Dónde
demonios estoy? ¿Para qué vine?
Mi panza lanza una queja revelando escasez de morfi.
¿No comí antes de venir acá? ¿Cuándo fue la última
vez que probé un bocado? ¿Era un licuado lo que tomé
más temprano? ¿Me alimenté hoy? ¿O debería preguntar
si me alimenté “ayer”?
El bondi dobla hacia una zona sin luz. No hay gritos,
no oigo comentarios. Todos aceptan la situación. ¿Me
bajo acá? Aún no vi a nadie bajar y tengo la leve sospecha
de que nadie lo hará. ¿Y si pruebo? ¿Y si me animo?
¿No será muy arriesgado de mi parte?
Ni idea.
Sólo sé que me había acostumbrado a los silbidos de
mis cabellos creciendo cuando comienzo a apreciar que
el pelo prospera hasta abrigarme los ojos. Los vellos de
las orejas, los de la nariz, los del pubis y los bigotes,
florecen cada vez más rápido, entorpeciendo mi
respiración. Percibo que todo mi ser empieza a destilar
sangre y mi desenlace es cuestión de apenas segundos.
O milésimas.

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