viernes, 5 de junio de 2020

“Muerto al llegar” (DOA, 1988), una de mis favoritas




Dexter Cornell (Dennis Quaid): I forgot how to appreciate life. Is too late for me.

Sydney Fuller (Meg Ryan): This is life. Right here, right now. Take it.







Sí, no es un prodigio de guion.
    Sí, tiene pinta de típica peli de sábado a la tarde en el 13, “como pa’ pasar el rato”.
    Sí, no actúan Pacino o De Niro, ni ningún guachipulenta de esos que aseguran actuaciones descollantes.

    Sí, la dupla Annabel Jankel & Rocky Morton, antes al mando del mítico tv film ciberpunk “Max Headroom”, antes especialistas en videoclips (“Accidents will happen”, Elvis Costello; “Blind”, Talking Heads; “The enemy within”, Rush; “Decoy”, Miles Davis), no volvió a producir gran cosa. (“Super Mario Bros.” —1993—, primera adaptación de un video juego a la pantalla grande, fue un fracaso de crítica y de público, y ni siquiera la pasaron mucho los sábados a la tarde en el 13. Quizá fue hecha solo para vender ese soundtrack de puta madre: Roxette, Queen, Megadeth, Joe Satriani, Divinyls, Extreme, Charles & Edie, George Clinton). 

















    Pero (los “pero”, amo los “pero”)... 
    Le creés todo a Dennis Quaid. 
    Charlotte Rampling pareciera decirte “sí, estoy en otro noir, pongo esta caripela de señora jai society y ya te legitimé media cinta, papá”. 
    Es fundamental el personaje de Meg Ryan (a un año de su consagración definitiva con “Cuando Harry conoció a Sally”, para mí la mejor comedia romántica hollywoodense). 
    La musicalización de Chaz Jankel (ex Ian Dury & The Blockheads y hermano de la dire) es sublime. Genera climas a cagar. Amo a Nino Rota, Ennio Morricone, Giorgio Moroder, Gustavo Santaolalla, Bill Conti. Pero (“peró, peró, qué grande sos”) lo que hace aquí Chaz es cosa seria y no veo que integre listas de los mejores. En la peli también se escuchan “Rebel Yell”, de Billy fuckin' Idol, y la épica “Don´t bag the drum”, de The Waterboys (“This is the sea” es el álbum que contiene este temón; “Este es el mar”, nouvelle de Mariana Enríquez, es uno de mis brolis favoritos. Mariana se inspiró en Mike Scott, el frontman de The Waterboys, para crear a su James Evans. Las Luminosas, criaturas no humanas, se alimentan de la devoción de las fans de rock. Helena es la encargada de convertir a James en Leyenda, antes de que las Imagos lo agarren y lo condenen a una vida desgraciada y el olvido). 











    DOA (1988) es remake de DOA (1949). La original es excelente. De todos modos (no solo se vive del “pero”), no llego a empatizar y creo que la clave está en la banda sonora. En la de 1949, la música parece burlarse del personaje, iría mejor para una comedia. 



    Dexter Cornell (Dennis Quaid) es un profe de Literatura cínico, resignado, alcohólico; alguna vez la pegó con un broli y ya no es lo que era (sí, sí, cliché total, ¿y?). Su mejor alumno cae desde la terraza y se hace pija contra el pavimento. Tras que eso le dio por las rebolas, pronto se entera que ingirió un veneno y le queda un día y pico de vida (otro cliché, ¿algún problemita, gil?). Entra en la casa de su exesposa y esta cae, literalmente, muerta en sus brazos. Sí, es indudable, el profe ha tenido mejores días.  



    La fotografía se va oscureciendo a medida que se le acaba el tiempo al protagonista. “Pero” (porque siempre vuelve, porque nunca se fue) ahí está el personaje de Meg, para que la historia no sea solo un bajón tras otro.



    Empieza con un trueno. Lluvia. Noche. Violines mágicos de Chaz le dan paso a una melodía ochentosa liderada por bajo y batería. Dexter avanza con dificultad, lleva la manga del saco desgarrada. Entra a la comisaría, se apoya de manera torpe sobre el mostrador y esto provoca la caída del arbolito de Navidad. 
    —Amigo. Pareces muerto —dice el cana. 
    —Quiero ver a Brockton. O a Ulmer —dice Dexter. 
    —¿Para qué? —pregunta el cana. 
    —Por un asesinato —contesta Dexter.  
    —¿A quién mataron? —quiere saber el cana. 
    —A mí —remata Dexter.