Dieciocho
treinta.
Ingresó por la ventana. Se probó ropa,
escuchó unos discos, se preparó unos mates.
Cuatro horas más tarde, llegó la dueña y
vio a una mujer durmiendo desnuda en su cama. Sonrío, por fin alguien la sacaba
de su agobiante rutina. Alguien, quien demonios quiera que sea.
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